Esta planta aromática, cuyo aroma intenso y característico la hace inconfundible, ha acompañado a las familias chilenas durante generaciones, formando parte tanto del botiquín casero como de los rituales de protección espiritual.
Taxonomía
La ruda pertenece al género Ruta, una familia de plantas con un legado medicinal milenario. En Chile coexisten dos especies principales: Ruta graveolens L. y Ruta chalepensis L., ambas miembros de la familia Rutaceae. La primera, Ruta graveolens, fue descrita formalmente por Carlos Linneo en 1753 en su obra Species Plantarum y se conoce comúnmente como ruda común o ruda fétida. La segunda especie, Ruta chalepensis, se diferencia por la presencia de diminutos "cilios" en los márgenes de los pétalos, un detalle morfológico que permite distinguirla de su pariente cercano.

La sinonimia botánica registra variantes como Ruta hortensis Mill. y Ruta divaricata Ten., aunque estos nombres han caído en desuso frente a la nomenclatura estandarizada. Cabe destacar que, a pesar de su nombre común, la ruda no guarda relación cercana con el género Peganum, que pertenece a la familia Nitrariaceae, evidenciando la importancia de la taxonomía precisa para evitar confusiones en el uso medicinal.
Descripción
La ruda es un subarbusto perenne siempreverde que forma matas muy ramificadas, con una base semi-leñosa a leñosa que le confiere resistencia ante condiciones adversas. Su porte erecto alcanza entre 70 y 100 centímetros de altura, aunque en suelo fértil puede desarrollarse más robustamente.
El follaje representa su característica más distintiva: hojas alternas, bi o tripinnadas, con folíolos oblongos o espatulados de color verde glauco, casi azulado, que le otorgan un aspecto ornamental único. Las hojas son algo carnosas, con márgenes enteros, y desprenden un aroma acre e intenso que muchos describen como desagradable pero inconfundible. Este olor característico proviene de los aceites esenciales concentrados en sus tejidos, particularmente en las glándulas secretoras de las hojas.
La inflorescencia adopta la forma de un corimbo terminal, presentando pequeñas flores de 1 centímetro de diámetro, con cuatro o cinco pétalos amarillo-azufre y grandes estambres prominentes. La floración se extiende desde noviembre hasta marzo en el hemisferio sur, coincidiendo con los meses de mayor actividad biológica. El fruto es una cápsula de cinco lóbulos que contiene numerosas semillas, completando el ciclo reproductivo de esta especie de notable rusticidad.
Distribución
Originaria del sur de Europa y la región mediterránea oriental, la ruda fue introducida en América Latina durante la época colonial, llegando a Chile probablemente después de la conquista española. Su adaptabilidad excepcional le permitió establecerse exitosamente en el territorio nacional, naturalizándose en diversas zonas.
En Chile, la ruda se distribuye ampliamente desde la región de Arica y Parinacota hasta la región del Biobío, incluyendo la Región Metropolitana de Santiago. Su presencia se registra desde el nivel del mar hasta los 1.000 metros sobre el nivel del mar, aunque puede encontrarse en cotas superiores en microclimas particulares. La planta prospera en márgenes de caminos, terrenos baldíos, bordes de quebradas y áreas con cierta humedad edáfica, demostrando una notable plasticidad ecológica.
Su capacidad para formar densas comunidades en suelos secos, pedregosos e incluso salobres ha facilitado su dispersión, convirtiéndola en un elemento común del paisaje rural y periurbano chileno.
Cultivo y Propagación
El cultivo de ruda en Chile sigue técnicas tradicionales que han perdurado generaciones, adaptadas a las condiciones locales y a la rusticidad inherente de la especie.

Requisitos Edafoclimáticos
La ruda es poco exigente en cuanto a suelos, prosperando en terrenos secos, pedregosos y bien drenados. Prefiere exposiciones soleadas, tolerando plenamente el calor y la sequía una vez establecida. Los climas templados o templado-fríos resultan más favorables para su desarrollo óptimo, aunque soporta heladas moderadas hasta -15°C.
Métodos de Propagación
La propagación puede realizarse por dos vías principales:
Propagación sexual por semillas: Las semillas se siembran en primavera en almácigos, ya sea al aire libre o en invernadero, a una profundidad de 3 centímetros. La germinación ocurre entre las 2 y 3 semanas post-siembra. Cuando las plántulas alcanzan 10-15 centímetros de altura, se trasplantan a distancias de 0,70 metros entre líneas y 0,50 metros entre plantas.
Propagación vegetativa: La división de matas es un método común en jardinería doméstica, permitiendo multiplicar ejemplares sanos y vigorosos. Esta técnica se realiza preferentemente en primavera otoño, cuando la planta no está en plena floración.
Manejo Agronómico
Los cuidados son mínimos una vez establecida. Se recomienda realizar podas ligeras en primavera para favorecer la aparición de nuevos retoños y mantener la planta compacta. La cosecha de hojas para uso medicinal se efectúa justo antes de la floración, durante los meses de verano, secándose a la sombra para preservar los principios activos.
Usos e Historia
Usos Medicinales Tradicionales
En Chile, la ruda ha sido utilizada desde la época precolombina hasta nuestros días, integrando conocimientos indígenas y europeos. El Ministerio de Salud de Chile documenta que las ramas y hojas de Ruta chalepensis se emplean tradicionalmente para calmar cólicos abdominales, mientras que aplicaciones externas alivian dolores musculares y se utilizan como tratamiento natural de la pediculosis.
Las propiedades farmacológicas más destacadas incluyen efectos antiespasmódicos, estimulación biliar, acción digestiva y antiflatulenta. La infusión de hojas se prepara para tratar trastornos digestivos, diarreas, empachos y parásitos intestinales. Además, se le atribuyen propiedades diuréticas, febrífugas y analgésicas, aplicándose en compresas para reumatismos y dolores articulares.

No obstante, es fundamental destacar que la ruda contiene alcaloides y aceites esenciales que resultan tóxicos en dosis elevadas. Por ello, el Ministerio de Salud enfatiza que la hierba no reemplaza medicamentos indicados por médicos y se debe consultar con un profesional de la salud antes de consumirla. El uso está contraindicado en embarazo, lactancia y niños pequeños debido a su potencial abortivo y neurotóxico.
Dimensiones Mágicas y Culturales
Quizás el aspecto más fascinante de la ruda en Chile radica en sus usos mágico-religiosos, profundamente arraigados en la cultura popular. Se cree que protege contra malos espíritus, envidias y el mal de ojo, por lo que se emplea en sahumerios, ramos de "limpia", baños rituales o simplemente colocando una maceta en la entrada de la casa.
Una creencia particularmente extendida distingue entre "ruda hembra" y "ruda macho". Según la tradición popular chilena, la Ruta graveolens de hojas más pequeñas y porte menor (hasta 50 centímetros) se denomina "ruda hembra", mientras que la Ruta chalepensis de mayor porte (hasta 1 metro) y hojas más grandes recibe el nombre de "ruda macho". Esta clasificación folk determina usos específicos: la ruda macho se considera más potente para rituales de protección y atraer buena suerte.
El Día de la Pachamama, celebrado el 1 de agosto, marca un momento culmine en la tradición de la ruda. En esta fecha, familias enteras preparan "caña con ruda macho", una bebida que se consume ritualmente para no enfermarse durante el mes de agosto, atraer buena fortuna y alejar envidias. Esta tradición milenaria, compartida con Paraguay, Argentina y Uruguay, refleja la síntesis entre creencias prehispánicas y europeas.

Otros usos mágicos incluyen colocar hojas sobre la frente para eliminar dolores de cabeza, llevar saquitos con ruda al cuello para recuperación de enfermedades, y frotar hojas frescas contra el suelo para devolver hechizos negativos enviados contra uno. Los romanos ya mascaban ruda creyendo que deshacía embrujos, práctica que pervive en Chile mediante el colocar ramos de ruda en las puertas de entrada para evitar la visita de malos espíritus.
Transmisión Cultural y Legado
La ruda representa un caso excepcional de resistencia cultural. Introducida por conquistadores, fue adoptada y resignificada por pueblos originarios y criollos, convirtiéndose en un elemento de la farmacopea tradicional chilena. Su conocimiento se transmite oralmente de generación en generación, integrando propiedades empíricas con creencias mágicas que persisten en el siglo XXI.
En la actualidad, la ruda continúa siendo cultivada en huertos urbanos y rurales, no solo por sus propiedades medicinales, sino como símbolo de protección doméstica. Su presencia en mercados populares, ferias de plantas medicinales y jardines comunitarios testimonia su vigencia como patrimonio vivo de la cultura chilena.
La ruda chilena, entre el rigor científico y la magia popular, encarna la dualidad de una planta que cura el cuerpo y protege el espíritu, manteniendo viva una tradición que resiste el paso del tiempo.